Las carreteras no son ajenas a la transformación digital y desde hace ya tiempo incorporan multitud de dispositivos IoT como cámaras de vigilancia, semáforos, sensores de monitorización de la infraestructura, paneles de señalización, sistemas de control de acceso, etc.
Según la empresa de análisis IDC, se estima que en 2025 habrá un total de 41.600 millones de dispositivos IoT (Internet of Things) conectados en todo el mundo, generando 79,4 zettabytes de datos, y muchos de estos dispositivos estarán relacionados con el sector transporte.
El coche como super-IoT que salvará vidas
En los últimos años, el coche ha incorporado funcionalidades como el control de crucero, reconocimiento de señales de tráfico, luces automáticas, mapas en línea o notificaciones de accidentes, facilidades que incrementan la seguridad, reducen el número de tareas que debe realizar el conductor y dan confort a la conducción.
Tal y como se indica en el informe Road Tech sobre el futuro de la movilidad por carretera elaborado por Abertis en colaboración con The Economist Business Intelligence, se estima que el despliegue del vehículo autónomo contribuirá a reducir en un 90% el número de víctimas de accidente de tráfico.
Ciberseguridad en la carretera
Para que tanto las carreteras inteligentes como los vehículos conectados y autónomos puedan llegar a ofrecer todo su potencial de servicio es imprescindible que exista confianza tecnológica y que tengamos mecanismos para protegernos de posibles ciberataques.
Desde la Unión Europea se ha trabajado en una nueva directiva NIS (Network and Information Systems) que tiene entre sus objetivos identificar qué organizaciones prestan servicios esenciales para la sociedad y definir sus obligaciones en materia de ciberseguridad, así como los mecanismos de coordinación a nivel estatal y europeo.
La tecnología en el sector transporte avanza a pasos agigantados y su uso contribuirá especialmente a salvar vidas y mejorar el confort de los conductores y pasajeros.