En octubre de 1769, se probaba en París el primer coche de la historia. Un triciclo que funcionaba a vapor y que empezaría a sustituir a los coches de caballos a pesar de que la sociedad mostraba sus reticencias por el hecho de otorgar la seguridad y el control de la conducción a las personas. En ese momento se consideraba que los caballos ayudaban a evitar colisiones y los humanos no iban a ser capaces de llevar a cabo dicha tarea.
Quienes pensaban así no iban mal encaminados, los avances que trajeron consigo los vehículos generaron nuevos peligros. Así, a principios del siglo XX los accidentes de tráfico se convirtieron en la primera causa de muerte accidental en Estados Unidos, siendo en casi todos los casos culpa del conductor y no de la máquina.
Era habitual circular a gran velocidad o bajo los efectos del alcohol, por lo que fue necesario crear una serie de normas y darlas a conocer a la sociedad para tener control sobre el comportamiento de los conductores. Nacía así la Seguridad Vial.
En España, se aprobó en 1900 el Reglamento para el Servicio de Coches Automóviles por las Carreteras del Estado. Un reglamento que recogía normas como que, para poder circular por carreteras, los vehículos debían contar con bocina, faroles en el frontal, indicadores lumínicos y dos sistemas de freno. Además, se limitaba la velocidad a 28 km/h en vías interurbanas y a 15 km/h en vías urbanas.
En 1923 llegaba el primer semáforo: Garret Morgan patentó un sistema que, manejado a mano, servía para dirigir el tráfico. Dos señales de “pare” y “gira” giraban hacia la calle donde los vehículos debían parar o circular. Dos años más tarde, General Electric compraba la patente y desarrollaba el semáforo tal y como lo conocemos hoy.
El Manual sobre Sistemas Uniformes de Control de Tráfico, elaborado en 1935, es el origen para las señales de tráfico en Estados Unidos, de manera que se estandarizaban los distintos códigos de circulación que había en el país.
La regularización llegaría a España en 1968, con la convención de Viena sobre Señalización Vial en la que 65 países de Europa, Asia y África unificaron los diseños de las señales, además de mejorar las medidas de seguridad en la carretera y aplicar normas comunes.
La industria también tiene un papel relevante en todo este proceso, y es que conseguir que los coches fueran los suficientemente seguros para sus ocupantes, fue fundamental para que la Seguridad Vial continuara avanzando. En 1930 salieron al mercado los primeros coches con frenos hidráulicos y marcos de acero, y en 1959 Volvo empezaba a instalar uno de los recursos de seguridad pasiva más importantes: el cinturón de seguridad de tres puntos.
Se estima que el cinturón de seguridad puede haber salvado la vida a 10 millones de personas. Se calcula además, que reduce en un 90% el riesgo de fallecer en caso de choque frontal y hasta la mitad en un alcance.
Los gobiernos también tomaron partido para que las normas de Seguridad Vial se cumplieran. Se empieza a multar las acciones temerarias, se obliga a que los vehículos cuenten con sistemas de seguridad como el airbag y el uso del cinturón se convierte en obligatorio.
Todo este trabajo ha permitido que las cifras de accidentes hayan ido reduciéndose con el paso de los años. En 1960, el primer año del que se tienen estadísticas en España, se registraron 1.300 fallecidos con un millón de vehículos circulando. 1989 fue año récord para la siniestralidad con 5.940 personas fallecidas. Y en 2017, con unos 32 millones de vehículos en circulación los fallecidos fueron 1.200.
La situación actual en Seguridad Vial es posible gracias al esfuerzo de todos. Tecnología, gobiernos y conductores concienciados hacen posible que las cifras continúen bajando con la premisa de dejarlas a 0 en un futuro.